A los obreros, campesinos y gente
de La Cuesta, en Trujillo – Venezuela.
I
Cosechan el tiempo con semillas de sudor y sangre
apartados de un mundo que los hace en el olvido
La vida transita en el pavimento de la moneda
más el reloj en La Cuesta corre sus propios pasos.
II
El obrero labra el día para ganar el pan
trabaja meses para enriquecer mercados
y es que vale más el color de las palabras
que el alimento que da forma a sus letras.
III
Por primera vez te descubro, Dios
No estás en los cielos
tampoco en los hombres
estás en el campo
en el grano maíz que llevo a mis labios.
¡Precioso y sentido! ¡Maravilloso homenaje! El que más trabaja es el que menos recibe si usamos el parámetro de la moneda, pero la retribución de la naturaleza colma el corazón y regala vida. ¡Me encantó!
¡Saludos, Albert!
Me gustaLe gusta a 2 personas
Encantadora como siempre. Muchas gracias, Saricarmen.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Tus versos merecen los elogios, no puedes evitarlo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Asi es mi tierra. Hermoso.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Me alegra que te haya gustado. Muchas gracias.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Mi suelo Venezolano, mi campo, mi campesino, mi ciudad, mi sol, mi frio, mi calor, mi desastre y mi control… Mi Venezuela amada.
Bonito verso.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchas gracias. Un abrazo desde Caracas.
Me gustaMe gusta
Otro desde Valencia Vzla
Me gustaLe gusta a 1 persona
Es precioso, Albert. Un poema muy social y con mucho sentimiento. Un saludo
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchas gracias, Mayte. 😊
Me gustaLe gusta a 1 persona
Es horrible pensar que para que exista un primer mundo debe existir un tercero.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Es así. Aunque en muchos casos ellos son más felices que las personas de primer mundo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Digno homenaje a los que cosechan nuestro alimento y tienen el mas preciado tesoro en sus manos, pero este mundo globalizado se lo arranca sin piedad y los desprecia, pero todos venimos de uno de ellos y al fin al cabo son los únicos que sobrevivirán cuando la codicia lo acabe todo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Un poema precioso, la altura de la Nana de la cebolla
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchas gracias, Julio. Honrado por la comparación.
Me gustaLe gusta a 1 persona
la merece
Me gustaMe gusta
Sí, nuestro Dios se conoce a través de la naturaleza. Por eso mismo Jesucristo utilizó parábolas asociadas al campo para expresar verdades eternas. Te felicito por este poema. Me impresiona la intensidad de tus escritos. Ánimo sigue así en tu vocación.
Me gustaLe gusta a 1 persona
😊 Muchas gracias. Un fuerte abrazo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias a ti por regalarnos con tan bonitos poemas. Que la inspiración nunca se apague en ti y podamos gozar de tu palabras. Un saludo muy potente.
Me gustaLe gusta a 1 persona