Llegó…
con el deseo de ser mía.
Até sus impulsos para degustar
cada centímetro de piel,
cada gota de deseo,
cada partícula de su escencia.
Para así penetrar sus fantasías,
y diluir hasta mi último suspiro
por cada rincón de su alma.
Cuento
he amado
he amado tanto
que mi pecho reciente
los atisbo del amor
y la arritmia en mi corazón
lleva varios nombres propios
he amado tanto
que mi lengua
se desconectó de mi alma
y en mi entrepierna
solo gobierna el deseo
he amado tanto
que el amor no me seduce
me aterran las flores
y las mariposas sobre el ombligo
me revuelven el estómago
he amado tanto
que el amor ya no tiene sentido
como esas palabras
que caducan en el aire
de tanto pronunciarse
he amado tanto
que me encuentro desgastado
con pasos temblorosos
y un ligero sabor
a derrota en los labios
he amado tanto
y aun así
mis sueños persisten
en seguir intentándolo
génesis
1 en el principio existía yo
2 y mi corazón estaba desordenado y vacío
y las tinieblas estaban sobre la faz de mi abismo
y tu espíritu se movía orbitando mi soledad
3 y dijiste hola ¿puedo sentarme?
y hubo luz
LOS QUE NUNCA SE RINDEN
Levántate,
aún queda espacio
para otro golpe.
Levántate,
aún corre sangre por tus venas,
y esta batalla se lucha
hasta la última gota.
Lo sé;
el peso es grande
y la soledad te invade;
tus cavernas profundas
y la oscuridad socava;
el aire espeso
y los pulmones flaquean,
pero eres reflejo de tu voluntad,
y la tregua un credo que no profesas.
Levántate…
Lucha…
El destino es escrito
por los que nunca se rinden.
PARTIDA
Orquestaste con saña tu partida. Te fuiste, no sin antes borrar mi salvavidas; la palabra olvido en mi diccionario personal, y el número de tu móvil en mi agenda.
DESPEDIDA
A ras del suelo te ubico,
así…
queda,
resignada,
casi imperceptible,
extinguiéndote al ritmo del suspiro.
Ya no eres de este mundo.
Sólo queda el eco de tu canción,
el murmullo de un mantra moribundo.
Sólo queda una palabra cautiva;
prisionera del alma.
Sólo quedo yo para recordar,
rindiéndote homenaje
en un trozo de papel.
A ras del suelo te ubico
y se cierra el pasado.
A ras del suelo te ubico
mientras se quiebra el presente.
A ras del suelo te ubico
y se reescribe mi futuro.
A ras del suelo…
Para decir adiós,
Soledad.
FELICIDAD
Y, en el instante en el que vi su cuerpo rodar por las escaleras, comprendí que, hasta entonces, nunca había sido feliz.
HIJOS DE LA MISMA TIERRA
A Lara Bezerra.
Al volver la mirada,
cuando la nostalgia embargue tus ojos.
Cuando digas amor y a pesar de la distancia
te descubras en el abrigo de nuestra estela.
En ese instante tocarás nuestra hermandad,
en ese instante abrazarás nuestro nexo,
y llevarás mi bandera en tu pecho;
amarilla en la calidez del alma,
azul en la armonía del tiempo,
roja en la pasión de los recuerdos.
Y lo sabrás… en cada sonrisa,
en cada abrazo, con cada aliento;
que somos uno,
que somos hermanos del mismo vientre,
que somos hijos de la misma tierra.
A mi querida trotamundos.
Mucho éxito en tu nueva aventura.
MEMORIAS CAÍDAS
Eres la mentira sin nombre
que disculpa mi almohada
oculta entre grietas y sombras
de memorias caídas
Hija del deseo
Hija de mi locura
Hija de la luna
Hoy he comprendido
que mi camino es la soledad
Prefiero morir solo
que pretendiendo que estás.
EL SUICIDA
…el vacío en su alma era demasiado desgarrador para continuar intentándolo. Quitó el anillo de su dedo y lo ubicó junto a un trozo de papel que yacía intacto sobre la mesa de noche desde hacía más de una semana. Subió a la azotea, aún en pijamas, y se suspendió en el borde para contemplar sus dedos acariciando el vacío. Cerró los ojos, extendió los brazos, y la ausencia en su pecho le indicó que, por primera vez, tenía el control de su destino. Se dejó caer en las manos de Newton y la gravitación universal. La vida no pasó ante sus ojos, no hubo redención, no encontró la libertad ni el control efímero de hace unos instantes; solo el terror, solo la precipitación en alianza con el pánico para desdibujar su rostro. Sumido en la impotencia del arrepentimiento emitió un grito sordo para terminar despertando envuelto en las sábanas del dormitorio. Fue por un vaso con agua para despejar la mente, para diluir el miedo. Al entrar de nuevo en la habitación las reflexiones yacían en el olvido.
A la mañana siguiente el vacío en su alma era demasiado desgarrador para continuar intentándolo. Quitó el anillo de su dedo y lo colocó junto a un trozo de papel…