sentimos apetito de marketing
tenemos necesidades de marketing
poseemos defectos de marketing
todo con soluciones negociables
herederos del dogma comercial
vivimos bajo el credo de la industria
sentimos apetito de marketing
tenemos necesidades de marketing
poseemos defectos de marketing
todo con soluciones negociables
herederos del dogma comercial
vivimos bajo el credo de la industria
Levántate,
aún queda espacio
para otro golpe.
Levántate,
aún corre sangre por tus venas,
y esta batalla se lucha
hasta la última gota.
Lo sé;
el peso es grande
y la soledad te invade;
tus cavernas profundas
y la oscuridad socava;
el aire espeso
y los pulmones flaquean,
pero eres reflejo de tu voluntad,
y la tregua un credo que no profesas.
Levántate…
Lucha…
El destino es escrito
por los que nunca se rinden.
Solemos pensar que el amor de nuestras vidas existe, que aguarda en algún lugar, y debemos hallarlo si queremos alcanzar la verdadera felicidad. La realidad es que no… no existe, o por lo menos no lo hace hasta tomar la forma que delimitan nuestras manos.
El amor de la vida es forjado, como lo indica su nombre, durante días y noches, entre caídas y heridas, en el resurgir tras los tropiezos, en el transcurrir de nuestras vidas.
Orquestaste con saña tu partida. Te fuiste, no sin antes borrar mi salvavidas; la palabra olvido en mi diccionario personal, y el número de tu móvil en mi agenda.
A ras del suelo te ubico,
así…
queda,
resignada,
casi imperceptible,
extinguiéndote al ritmo del suspiro.
Ya no eres de este mundo.
Sólo queda el eco de tu canción,
el murmullo de un mantra moribundo.
Sólo queda una palabra cautiva;
prisionera del alma.
Sólo quedo yo para recordar,
rindiéndote homenaje
en un trozo de papel.
A ras del suelo te ubico
y se cierra el pasado.
A ras del suelo te ubico
mientras se quiebra el presente.
A ras del suelo te ubico
y se reescribe mi futuro.
A ras del suelo…
Para decir adiós,
Soledad.
Y, en el instante en el que vi su cuerpo rodar por las escaleras, comprendí que, hasta entonces, nunca había sido feliz.
Si tan solo existiera una manera
de poner por escrito todos los pensamientos…
Pero la simple acción de trasladarlos al papel,
relega su magia a los abismos del inconsciente.
Eres la mentira sin nombre
que disculpa mi almohada
oculta entre grietas y sombras
de memorias caídas
Hija del deseo
Hija de mi locura
Hija de la luna
Hoy he comprendido
que mi camino es la soledad
Prefiero morir solo
que pretendiendo que estás.
A mí adorada Keyla
Encontramos el amor en lo cotidiano
En las rebanadas de placer para el desayuno
En las tazas de café para compartir el día
En el holocausto de las mañanas de escuela
y en la despedida matutina de nuestros labios
Encontramos el amor en los contratiempos
En las cuentas que dispersan nuestras vidas
En la disputa de nuestros mundos encontrados
En la búsqueda de espacios para deseos furtivos
y las amorosas interrupciones de nuestros hijos
Encontramos el amor en el conflicto
En el choque de tus sueños con los míos
En el duelo de los planes que caen
En el desliz de las palabras que nunca
jamás debieron ser pronunciadas
Encontramos al amor de nuestras vidas
y despertamos susurrando nuestro mantra
un te amo que atraviesa espacio y tiempo
Una caricia que se nos sumerge en el alma
Un poema que no necesita más palabras.
…el vacío en su alma era demasiado desgarrador para continuar intentándolo. Quitó el anillo de su dedo y lo ubicó junto a un trozo de papel que yacía intacto sobre la mesa de noche desde hacía más de una semana. Subió a la azotea, aún en pijamas, y se suspendió en el borde para contemplar sus dedos acariciando el vacío. Cerró los ojos, extendió los brazos, y la ausencia en su pecho le indicó que, por primera vez, tenía el control de su destino. Se dejó caer en las manos de Newton y la gravitación universal. La vida no pasó ante sus ojos, no hubo redención, no encontró la libertad ni el control efímero de hace unos instantes; solo el terror, solo la precipitación en alianza con el pánico para desdibujar su rostro. Sumido en la impotencia del arrepentimiento emitió un grito sordo para terminar despertando envuelto en las sábanas del dormitorio. Fue por un vaso con agua para despejar la mente, para diluir el miedo. Al entrar de nuevo en la habitación las reflexiones yacían en el olvido.
A la mañana siguiente el vacío en su alma era demasiado desgarrador para continuar intentándolo. Quitó el anillo de su dedo y lo colocó junto a un trozo de papel…