sucumbe ante mi locura
revela los secretos de tu vientre
y descubre tus idilios no explorados
sucumbe ante mi locura
revela los secretos de tu vientre
y descubre tus idilios no explorados
desde aquella noche sueño con ella
tan efímera
tan real
suavizando mis grietas
en el desliz de sus labios
perforando mi coraza de excusas
desvaneciendo mis fantasmas secretos
desde aquella noche
tan real
tan efímera
si tan solo hubiera existido
todo lo que hay en mí
te pertenece
y
aún así
falta tanto por darte
Ven…
y sedúceme
con cada una de las frases
que siempre quisiste escuchar,
con tus manías y peculiaridades,
con tus sueños y esperanzas.
Ven y sedúceme
Con tus pequeñas grandes inseguridades
y sus fundamentos de papel,
con las fantasías de tu almohada,
con los anhelos de tu blúmer.
Sedúceme con tu luz,
pero también con tus tinieblas,
con la historia de tus labios,
con las memorias de tus manos,
con las idas y venidas,
con el amor y sus caídas.
En fin,
sedúceme con cada uno
de los secretos de tu alma.
Solemos pensar que el amor de nuestras vidas existe, que aguarda en algún lugar, y debemos hallarlo si queremos alcanzar la verdadera felicidad. La realidad es que no… no existe, o por lo menos no lo hace hasta tomar la forma que delimitan nuestras manos.
El amor de la vida es forjado, como lo indica su nombre, durante días y noches, entre caídas y heridas, en el resurgir tras los tropiezos, en el transcurrir de nuestras vidas.
Que rebosen mis noches en tu boca.
Recorre mis recónditos anhelos.
Ámame rápido, lento, eterno.
No te vayas todavía;
acaba lo iniciado.
Mátame alma, vida, tiempo.
Tómalo todo…
Mi nombre en tu vientre,
mi lengua a tus pies.
Iníciame, víveme, aniquílame;
mi ciclo estará completo.
Eres la mentira sin nombre
que disculpa mi almohada
oculta entre grietas y sombras
de memorias caídas
Hija del deseo
Hija de mi locura
Hija de la luna
Hoy he comprendido
que mi camino es la soledad
Prefiero morir solo
que pretendiendo que estás.
A mí adorada Keyla
Encontramos el amor en lo cotidiano
En las rebanadas de placer para el desayuno
En las tazas de café para compartir el día
En el holocausto de las mañanas de escuela
y en la despedida matutina de nuestros labios
Encontramos el amor en los contratiempos
En las cuentas que dispersan nuestras vidas
En la disputa de nuestros mundos encontrados
En la búsqueda de espacios para deseos furtivos
y las amorosas interrupciones de nuestros hijos
Encontramos el amor en el conflicto
En el choque de tus sueños con los míos
En el duelo de los planes que caen
En el desliz de las palabras que nunca
jamás debieron ser pronunciadas
Encontramos al amor de nuestras vidas
y despertamos susurrando nuestro mantra
un te amo que atraviesa espacio y tiempo
Una caricia que se nos sumerge en el alma
Un poema que no necesita más palabras.
Desnuda…
Desnuda tu lujuria
y fúndela con la mía
Hoy devoro tu sexo
Mañana devoraré tu alma
Y después…
después nos amamos con locura.